Como vimos anteriormente Miká, el
director de este universo local, trajo consigo un proyecto mucho más ambicioso
que los que había hasta entonces y de una gran generosidad con respecto a las
criaturas creadas. La cesión de parte del ADN Elohim al humano adámico lo
conectaba evolutivamente con la fuente.
Esta raza adámica original de Vega eran
ejemplares arios de 3 metros y medio de altura dotados de capacidades
multidimensionales. Poseían 12 hélices de ADN y cuando en su camino de
evolución espiritual hacían vibrar conjuntamente las 12 en la frecuencia del
amor puro de la fuente, en ese momento se activaba la décimo tercera, la hélice
Elohim que lo conectaba con el creador universal y le capacitaba por derecho a
llegar a ser un hijo paradisíaco.
En el anterior capítulo vimos como
comenzó la caza al humano por parte de la raza reptil para robarle esa matriz
genética. Ya tratamos que incluso parte de los hijos paradisíacos se
sublevaron a que sus creaciones reptiles fueran inferiores a la raza adámica
humana.
Y estos hijos paradisíacos que comandaban
la caza al humano robaron su ADN adámico y crearon el primer intento de
hibridación con él. El resultado fue el nacimiento de una raza terrible: los
Arcontes. Ésta era una raza etérica que vampirizaba psíquicamente a otras
razas, creando el caos y alimentándose de las emociones más densas, venganza,
odio, sed de poder, sadismo etc… Esta creación nació y se expandió por los mundos
de la galaxia de Arconis.
La sociedad de Arconis fue estructurada en
castas para mantener el poder en manos de unos pocos a través de los dogmas
religiosos. Una sociedad piramidal. Desarrollaron tecnología para mantener la
memoria de las almas controladas y cuando morían se les borraba la memoria para
mantenerlo estancado en su nivel de casta.
Una vez llegado al dominio de toda la
galaxia de Arconis comenzaron a invadir la de Andrómeda. Esta era un galaxia
con una gran diversidad de razas pero que vivían con bastante armonía. Al no
haber grandes conflictos no tenían desarrollada una tecnología de guerra
realmente potente y tampoco estaban bajo una organización coordinada. Para los
Arcontes fue fácil introducirse en la psique de las razas andromedanas y
sembrar el caos, la guerra y el sufrimiento.
Además manejaban tanto tecnología física
como etérica proveniente de la Confederación Galáctica, suministrada por los
hijos paradisiacos rebeldes escindidos de esta organización. Hay que aclarar
que la Confederación Galáctica engloba a seres etéricos de alto rango
comandados por los hijos paradisíacos. Todos ellos al servicio de los demás y
de la fuente.
Fue en ese momento cuando las fuerzas de
la Confederación intervinieron por primera vez en este universo local. Hay que
aclarar que sus métodos son pacíficos, respetan la vida, y simplemente hacen
valer su superior capacidad sobre la materia para parar los conflictos. Son
entidades etéricas, son pura energía al igual que sus naves.
Después de varios miles de años de
difícil trabajo los arcontes fueron expulsados de Andrómeda, formándose al
Federación de autodefensa de Andrómeda que con el tiempo se convertiría la
Federación Intergaláctica, englobando a todas las razas físicas que están en
consonancia con la Federación de los planos etéricos y que buscan evolucionar
hacia la fuente.
Desgraciadamente a la purga de Andrómeda
escaparon varios miles de Arcontes que dieron el salto a la constelación de
Pegasus y de Sextante, comenzando así la invasión de la Vía Láctea. Tuvieron
gran éxito dominando las mentes de las razas réptiles de Orión que comenzaron a
masacrar y esclavizar tanto a humanos como a insectoides. Estalla la Gran
Guerra de Orión. Nos falta información para encuadrar temporalmente todos estos
acontecimientos, pero desde luego eran tiempos muy antiguos, incluso mucho
antes de la formación de la Tierra misma. El conflicto se desarrolló durante
miles de millones de años.
La última gran ramificación de la guerra
fue de Orión a la constelación de Pléyades. Los reptiles en plena guerra
fabricaron otra hibridación con el ADN adámico: los Draco, en honor a la
Constelación de donde provenía la matriz genética primordial de su raza. Estos
Draco eran mitad humanos mitad dragones, desarrollando varias razas y subrazas
tanto aladas como no aladas.
Un gran enemigo de los reptilianos eran
los seres felinos de Sirio Alfa, ejemplares de 3 a 5 metros de altura, de gran
fuerza agilidad y ferocidad. Desgraciadamente no era una raza muy numerosa pero
actuaban en operaciones comando cuando había que exponerse al combate cuerpo a
cuerpo donde no tenían rival. Lucharon codo con codo con los humanos durante
toda la guerra, al fin y al cabo éramos también su creación.
La Confederación intervenía intentando
pacificar los conflictos pero estos se multiplicaban. La gran Guerra de Orión
puso en peligro la supervivencia misma de la raza humana. Los ejércitos reptiles
eran inmensos eran inmensos ya que estos cientos de huevos por vez y
los humanos tienen una cría por media, no había manera de igualar la lucha.
Pero en un momento dado el comandante
Toranki, genio genetista que se rodeó de los mejores científicos que disponía
la Federación, generó los clones.
Tanto reptiles como humanos ya habían
fabricado clones hacía ya muchos miles de años, pero eran individuos poco
operativos, de comportamientos robotoides y por ello preferían seguir
utilizando robots para ciertas tareas.
Pero la nueva tecnología de clonación era
muy superior: Eran capaces de en pocas horas generar clones con la memoria adaptada y al corriente de los hechos del día
que fue creado. En pocas palabras: clones sanos perfectamente operativos tanto
física como psíquicamente y provistos con una fractal de alma preparados para
luchar.
Paralelamente se consiguió desarrollar
una avanzada tecnología de clonaje industrial, algo parecido a nuestra
incipiente tecnología de impresoras 3D. Se generaron factorías que replicaban
tanto tanques de clonación como cazas, naves y cruceros de carga y combate en
tiempo record. Incluso factorías de clonaje que se clonaban a si mismas.
Todo esto dio como consecuencia la
fabricación sin descanso de auténticos enjambre de ejércitos humanos
perfectamente equipados. Las primeras victorias no tardaron en llegar. Los
reptiles que tenían en su tecnología y sobretodo en su abrumadora superioridad
numérica de sus ejércitos su gran ventaja, de repente esta se convertía de la
noche a la mañana en una debilidad.
Empezaron a manifestar un sentimiento al
que no estaban acostumbrados como raza, el pánico. Pronto el gran consejo
reptil se reunió, temían que se diera el brazo a torcer en la guerra. Para ello
decidieron utilizar todo lo que estuviera en su mano comenzando a usar
proyectiles de antimateria devastadores que a veces provocaban incluso la formación de
agujeros negros.
Al suceder esto se redoblaron los esfuerzos
por parte de la federación para pacificar el conflicto ya que se estaba
llegando a la locura de poner en peligro la integridad física de la galaxia.
Por fin la Confederación logra imponer la
paz y parar el conflicto, dividiendo en sectores la galaxia. Este sería el
llamado Tratado de Equilibrio firmado hace alrededor de hace 5.500 millones de
años.
Hoola!! GENIAL TRABAJO. Poste y vídeos youtube. por favor, la fuente de este artículo me la podría decir? El Libro de Urantia no me suena que explicara esto... Aunque es tan denso que alo mejor no leí bien esto o me lo salté...
ResponderEliminarGRACIAS Y ENHORABUENA...
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EliminarParece del libro El origen Confederaciones Intergalacticas de Rodrigo Romo
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